Nada nos puede pasar: nostalgia millenial

Nada nos puede pasar, el título de este libro de cuentos, toma su nombre de una de las más memorables series juveniles argentinas: Verano del ‘98. Nicolás Teté recupera el espíritu de finales de los ‘90 y nos ofrece una serie de cuentos que hablan sobre ser adolescente en esa época turbulenta y llena de cambios.


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Sobre el Nicolás Teté

Nicolás Teté nació en San Luis, Argentina, en 1989. Es director, escritor, productor y guionista. Entre sus largometrajes se encuentran Onyx (2016) y Todos tenemos un muerto en el placard o un hijo en el closet (2020). Nada nos puede pasar (Blatt & Ríos, 2021) es su primer libro.

¿De qué se tratan los cuentos de Nada nos puede pasar?

Si bien este es un libro que —por supuesto— puede ser leído por cualquiera, los lectores millennials lo disfrutarán particularmente pues está escrito pensando en aquellos que fueron niños o adolescentes durante ese período. Son ellos los que tuvieron experiencias similares a las que Teté relata en sus cuentos: la emoción de ver Verano del 98’ (o sufrir porque los padres lo prohibían), el descubrimiento de los reality shows musicales como Generación Pop y Popstars que prometían fama instantánea, los desengaños del primer amor (y el segundo, y el tercero) en las épocas doradas de las primeras redes sociales, y la obsesión con esos grandes éxitos que hacían 60 puntos de rating, como Campeones de la vida. Para Teté no hay consumo irónico ni vergüenza retrospectiva: hay mucho amor por ciertos productos culturales que lo marcaron, lo hicieron feliz y lo llevaron a ser el adulto que es.

¿Son cuentos autobiográficos?

Sería muy audaz de parte de cualquiera que no sea el mismísimo autor andar afirmando tan alegremente si tal o cual relato está inspirado en las experiencias personales de quien escribe. Sin embargo, tenemos las palabras de Nicolás Teté para respaldarnos, y es él quien reflexiona en distintas entrevistas sobre cómo el cine en todas sus facetas (desde la dirección hasta la confección del guión) han inspirado muchos de sus cuentos. En ellos encontramos chicos que se aferran a su papelito en una película como si fuera su última oportunidad de éxito, a una actriz que falsea sus fotos y crea una vida paralela esperando saltar a la fama, la breve amistad entre un humilde meritorio de producción y una actriz francesa con aires de diva y distintos personajes que se mudan a “la capital” (o al exterior) buscando algo que los saque de la rutina: un nuevo amor, un ingreso a un reality, un papel en la nueva película de Woody Allen.

¿Hay un hilo conductor en los relatos?

Nada nos puede pasar propone narraciones sencillas, que van al punto: su lectura es veloz, apta para todo público y evoca esa nostalgia por un pasado que quizás no fue tan bueno, pero que fue nuestro. No hay un único hilo conductor, pero los personajes siempre son jóvenes atravesados por las dificultades de crecer, el deseo de amar y el anhelo de la fama televisiva. Hay fracasos y victorias, apuestas al futuro, decepciones amorosas y ganas de dejar de mentirle a los demás y asumirse como uno realmente es, aunque para eso deban abandonar todo lo conocido y tomar riesgos inesperados.

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