El Viajero del Tiempo (pues así convendrá que lo llamemos de aquí en más) nos explicaba un asunto intrincado. Tenía un brillo encendido en los ojos grises, y su rostro, usualmente pálido, resplandecía de vida. H.G Wells nos presenta en esta novela de ciencia ficción, un futuro distópico al que llegará (accidentalmente) un viajero del tiempo.