Hace unas semanas publicamos un artículo sobre la intertextualidad, con referencias a los trabajos de H.P. Lovecraft, Mariana Enriquez y Stephen King. Este último todavía es para muchos el rey indiscutido de la literatura de horror. Pero se puede ahondar mucho más en su trabajo y la intertextualidad de su obra, específicamente en un ejercicio que King ha hecho varias veces. Esto es utilizar el mito de Osiris como herramienta literaria.
Contenido
- ¿Qué es el mito de Osiris?
- ¿Dónde encontramos el mito de Osiris en la obra de Stephen King?
- Salem’s Lot
- Revival
- En resumen
¿Qué es el mito de Osiris?
En el mito egipcio Osiris es asesinado por Seth, su cuerpo partido en cuarenta y dos partes y diseminado en el lecho del río Nilo. Isis, su esposa, logra encontrar todas las partes excepto el falo de Osiris. Junta los trozos para devolverle la vida a Osiris y fabrica un nuevo falo con el que luego darán vida a Horus, su hijo.
Cuando se habla del mito de Osiris en literatura, por ende, es para referirse a la acción de tomar una historia ya existente, desglosarla en sus elementos fundamentales, y construir algo nuevo a partir de ello. Tal como Isis construyó el nuevo falo de su marido.
¿Dónde encontramos el mito de Osiris en la obra de Stephen King?
Salem’s Lot
Hay dos de las novelas de King donde el mito de Osiris se trabaja con sumo cuidado. Una ya es considerado un clásico de la literatura de King. Salem’s Lot, también traducida al español como La hora del vampiro. Según relata el autor, la idea nació durante su segunda lectura del clásico de Bram Stoker, Drácula. En ese momento se planteó la idea de qué sucedería si el legendario vampiro llegara a los Estados Unidos de los años 70’s, específicamente a un pequeño pueblito de Maine. Desde esta idea King utilizó el mito de Osiris para dar cuerpo y forma a una de las novelas más terroríficas de su bibliografía. Todos los elementos de Drácula se encuentran transformados. En el texto de Stoker Drácula compra una propiedad llamada Carfax House, mientras que en Salem’s Lot el vampiro se instala en la casa Marsten. En Drácula, Renfield es el esclavo humano que asiste al monstruo en su búsqueda de sangre. En Salem’s Lot, Richard Straker cumple una función similar, asistiendo al vampiro en sus planes. De esta manera podemos seguir detallando paralelismos entre las obras.
Revival
El segundo ejemplo es más actual y menos conocido, aunque no deja de ser un ejercicio fascinante. Según King Revival fue inspirado en dos obras, El Gran Dios Pan de Arthur Machen y más notoriamente, Frankenstein, de Mary Shelley.
El paralelismo con la obra de Shelley es notorio y se destaca como King deconstruye el mito del nuevo prometeo. En este caso el trabajo más interesante es el cambio de perspectiva del protagonista. En Frankenstein el homónimo doctor es nuestro personaje principal, quien narra la mayor parte de la historia. Pero en Revival la historia es narrada por otro personaje, Jamie Morton, quien siendo un niño conoce al que será nuestro doctor Frankenstein, un amable sacerdote protestante llamado Charles Jacobs.
Así como en Frankenstein (no tanto en la novela original, sino en la creación colectiva que tenemos de esta) la electricidad es un factor clave, que el pastor utiliza no para crear nueva vida sino para restaurar la vida dañada, convirtiéndose en un curandero.
Fundamentalmente Frankenstein y Revival tratan el mismo tema. El peligro de jugar a ser dios y tratar con fuerzas que escapan a nuestro control, con los bloques fundamentales de la vida y la muerte. También son historias sumamente trágicas y en el caso de King una de sus novelas más oscuras y pesimistas.
En resumen
El mito de Osiris es una herramienta fundamental para muchos escritores y no debe ser vista como un recurso barato para reciclar ideas. Las ideas son escasas y como dice el dicho popular, ya todo está escrito. Lo importante es cómo se escribe, y qué aporta al mundo de las letras cada nuevo libro. En el caso de Revival y Salem ‘s Lot, ambos libros profundizan sobre las preguntas que plantearon sus antecesores, generando obras que se sostienen perfectamente por sí mismas, sin necesidad de comparaciones.