Chicas muertas: crimen, incertidumbre y olvido

Chicas Muertas es un relato de no ficción de Selva Almada que narra los crímenes sin resolver de tres jóvenes de distintas provincias de Argentina durante los años 80’.


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Sobre Selva Almada

Selva Almada nació en Entre Ríos, Argentina. Su primera novela, El viento que arrasa, fue publicada en 2012 y ganó el primer premio del Festival Internacional del Libro de Edimburgo en 2019. Entre sus obras se encuentran otras novelas, como Ladrilleros y No es un río, y colecciones de cuentos como El desapego es una manera de querernos y Los inocentes.

¿De qué trata Chicas muertas?

Chicas Muertas es una crónica que comienza con Selva Almada narrando la primera vez que oyó hablar de uno de los asesinatos. El hecho de que fuera una chica apenas unos años más grande que ella y que hubiera transcurrido tan cerca la impactó profundamente. Almada indica que la sensación fue terrible, porque por primera vez en su vida supo que una mujer no está segura ni siquiera en su propia casa. Así empieza a contar los crímenes de tres chicas de entre quince y veinte años que sucedieron en Chaco, Entre Ríos y Córdoba. Ninguno, hasta la fecha en que escribió el libro, fue resuelto, y no se señaló ningún culpable.

¿De quiénes habla la novela?

Chicas Muertas se centra en tres historias poco difundidas por los medios que han ido cayendo en el olvido. La primera, que es la que escucha Almada en el inicio del relato, es la de Andrea Danne, una estudiante de psicología de 19 años apuñalada en su propia cama mientras la familia dormía. La segunda es María Luisa Quevedo, de 15 años. Su cuerpo, cuenta Almada, fue encontrado días después de su desaparición, en medio de los festejos generalizados por la vuelta de la democracia. La tercera y última no cataloga puntualmente como asesinato porque sus restos nunca fueron encontrados: Sara Mundín, de 20 años. Este es el caso más misterioso de los contados, porque se le atribuyó erróneamente su identidad a otro cadáver, que años más tarde probó pertenecer a otra joven anónima. La verdadera Sara continúa desaparecida. 

¿Cuál es el estilo narrativo?

Selva Almada nos ofrece un relato absolutamente cercano, doloroso e íntimo. Estas chicas no son para ella sólo números de una estadística, y se asegura de poner al lector en contexto hablando del momento social y político en el que ocurrió cada caso, entrevistando personalmente a los familiares, preguntando sobre ellas, sobre sus vidas y sueños truncos. La narración no es lineal, sino que va alternando entre caso y caso, insertando sus propias reflexiones e ideas sobre qué fue lo que realmente sucedió. Chicas Muertas no pretende ser un relato exhaustivo y detallado de cada crimen, sino rescatar a las víctimas del olvido colectivo y mostrarlas como personas reales que merecían (y aún merecen) justicia.

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