Reseñas de libros

Elmer, el elefanta multicolor, de David McKee

Elmer, el elefanta multicolor, de David McKee

No hay un solo modo de ser parte. Elmer lo demuestra sin subrayados, con alegría, con juego, con un lenguaje que no excluye ni explica demasiado. A veces, ser diferente no implica oponerse, sino desacomodar un poco la fila. Y eso, en el mundo de los elefantes grises, puede ser un gesto transformador.


Índice


El color como afirmación identitaria

Desde las primeras páginas, Elmer instala su particularidad desde lo visual: todos los elefantes son grises, él no. En un relato pensado para infancias, el uso del color como atracción gráfica, es un recurso narrativo. Elmer no necesita decir que es diferente, lo es desde la mirada, desde la superficie.

Pero ese color no es una marca de excepción: es una identidad. La elección de McKee no solo subvierte la norma cromática, sino que permite pensar la diferencia sin jerarquías. Elmer no es menos ni más: es. Y esa presencia desafía la homogeneidad sin violencia, desde la alegría, la risa, el juego.

Repetición y ritmo en una narrativa inclusiva

La estructura del cuento avanza con una lógica sencilla y repetitiva: Elmer se presenta, convive, se esconde, regresa. Esa cadencia previsible no busca solamente facilitar la comprensión, sino también ofrecer un espacio seguro para lectores en formación. La repetición permite anticipar, reconocer e, especialmente, involucrarse.

Y es ahí donde el texto trabaja su mensaje más profundo: la diferencia no es un accidente, sino una forma legítima de habitar el mundo. El relato no busca que Elmer cambie para ser aceptado. Al contrario, es su ‘rareza’ lo que la comunidad reconoce como valiosa.

La vergüenza como punto de partida

A diferencia de otros relatos infantiles, McKee no edulcora el conflicto. Elmer, en un momento, desea ser igual al resto. Su colorido se vuelve carga, su identidad se convierte en obstáculo. En la escena donde se camufla de gris y desaparece entre los demás, es significativa porque revela una tensión real: la vergüenza de ser distinto.

Pero el cuento no se detiene ahí. El desenlace no solo restituye el color, sino que convierte esa singularidad en motivo de fiesta. Hay una ética de la diferencia que se celebra, no como tolerancia, sino como afirmación vital.

Comunidades que transforman

Lo que hace posible esa transformación no es un cambio individual, sino un gesto colectivo. Los otros elefantes no imponen la uniformidad: reciben a Elmer, lo extrañan cuando se camufla, lo celebran cuando regresa. La comunidad no es el obstáculo, sino el espacio donde la diferencia se potencia.

Esa dinámica resulta valiosa en tiempos donde las pedagogías de la inclusión suelen plantearse como condescendencia. Elmer sugiere otra cosa: que la verdadera convivencia no requiere invisibilizar lo que nos distingue, sino reconocer que es en ese entrecruzamiento donde se enriquece el vínculo.

Otras formas de contar la diferencia

El enfoque de McKee recuerda a otras obras para las infancias que abordan la identidad desde lo visual. En Monstruo rosa, de Olga de Dios, la rareza se muestra desde el tamaño, el color y el desborde. En Coco tiene un secreto, de Angèle Delaunois y Christine Battuz, lo diferente se vuelve confidencia, espacio íntimo. En todos los casos, la estética es también política: cómo se dibuja, cómo se nombra, qué se silencia.

Menciones breves a autoras como Isabel Minhós Martins o Susanna Isern podrían sumarse a esta constelación, donde los libros ilustrados se animan a cuestionar normas desde la belleza, el humor y la ternura. No con grandes declaraciones, sino con pequeños giros que permiten ver el mundo de otra manera.

Elmer es una historia sencilla, pero no simple. Su potencia reside en no explicar lo que ya está dicho con el cuerpo, con el color, con la acción. No busca moralizar ni resolver un problema. Se limita —y eso no es poco— a mostrar que lo distinto puede ser motivo de orgullo. Que ser uno mismo, incluso cuando eso implica no encajar, puede ser el comienzo de una fiesta.


Mepol (Martín Enrique Pelozo)
Mepol

Responsable de Universo Literario. Dibujante ilustrador y analista SEO argentino.

Amante del género fantástico y la ciencia ficción en sus distintas representaciones: cine, literatura, arte, entre otros. Soy el responsable de este proyecto. Tanto de su diseño, como de evaluar el contenido que se publica. He compartido diversos artículos en la web, como biografías y algunas reseñas; pero mi principal proyecto es la sección Inksword, donde comparto una mirada personal sobre la historia del arte de ilustrar y su relación con la literatura y otras artes.