La verdadera pesadilla no comienza con un grito. Comienza con un formulario, una autorización firmada, una reunión de adultos convencidos de que “lo correcto” justifica cualquier sacrificio. En El Instituto, Stephen King no construye su horror sobre monstruos visibles, sino sobre la obediencia, la indiferencia y la maquinaria implacable de quienes creen estar actuando por el bien común.
El Instituto de Stephen King y la obediencia como fuente de horror
